Lo femenino y lo masculino son patrones universales de la psique humana y no están restringidos a un género.
Jung llama ánima a lo femenino en el alma masculina, y ánimus a lo masculino en el alma femenina. Así pues, masculino y femenino pertenecen a la estructura de nuestra conciencia. Cuando permanecemos inconscientes a uno de los dos polos, renunciamos a sus características y perdemos sus cualidades.
La transición de la conciencia de lo femenino sagrado hacia una visión patriarcal y masculina de lo sagrado sacrifica y abandona lo femenino. Tanto en los hombres como en las mujeres, lo femenino se sumerge para pasar al mundo de la sombra, y desde el inconsciente emerge a través del instinto y la sensualidad, poniéndose al servicio del ego animal e identificándose exclusivamente con el cuerpo de la mujer.
Lo femenino consciente evoluciona a través de la imaginación creadora y se relaciona con la vida y la energía renovadora. Cuando el arquetipo de lo femenino, en su expresión del amor, es activado, nos sentimos imbuidos con la vitalidad del amor, la belleza, la pasión y la renovación espiritual.
Jung afirma que la pérdida de un arquetipo hace sentir este “descontento de nuestra cultura” y nos atemoriza. Sin la vitalidad femenina, que equilibra el principio colectivo patriarcal, aparece la esterilidad. La creatividad y el desarrollo personal quedan sofocados.
Cuando lo femenino como polaridad equilibrante no es considerado, las estructuras sociales y psíquicas se convierten en mecánicas en exceso, políticas en exceso, militarizadas en exceso. El pensamiento, el juicio y la racionalidad se constituyen como los factores dominantes. La necesidad de realización, el sentimiento, el cariño o el cuidado de la Naturaleza quedan desatendidos. No hay equilibrio ni armonía en el interior ni en el exterior de uno mismo.
Hemos visto cómo el arquetipo femenino fue venerado en la antigüedad como Gran Madre, Señora de los Cielos y de la Tierra y lo sagrado de la Naturaleza, inclusive del mundo animal.
Cuando hay una pérdida de lo sagrado de la Naturaleza y de lo femenino, la sociedad lo expresa a través de imágenes de naturaleza demoníaca, como actualmente aparecen en todo el arte juvenil satánico y en el arte erótico, que ha perdido la dimensión sagrada para transformarse en expresión de lo animal y perverso.
domingo, 8 de julio de 2007
Mas allá del Genero
Extracto: http://www.temuco.nueva-acropolis.cl/
sábado, 7 de julio de 2007
La visión griega
En el pensamiento primordial de los griegos, Eros y Logos son inseparables. El pensamiento, el Logos, sería estéril sin Eros, y éste sin el Logos no tendría ni dirección, ni forma, sería la atracción sin sentido o la loca pasión sin misión. Sin la presencia de lo femenino, el principio masculino queda herido y la calidad de vida se deteriora. Cuando lo femenino no es reconocido, no tiene lugar la renovación de la vida.
En la Cosmogonía griega, tal como la presenta Hesíodo, encontramos que el Eros primordial jugará un papel muy importante, pues es el elemento que despierta la vida en medio del caos por medio de la atracción y la repulsión, y permite que el Logos cree y dé nacimiento a la Tierra y al cielo y a los otros planos.
La presencia de las diosas en el Olimpo y sus cualidades infundieron en el pensamiento antiguo una veneración y respeto por lo femenino en todos los campos: Gea, Rea, Hera, Atenea, Afrodita, Deméter, Perséfone, Artemisa, por no nombrar sino las más conocidas, llenan todos los aspectos de lo femenino del Cosmos a la Tierra.
En la Cosmogonía griega, tal como la presenta Hesíodo, encontramos que el Eros primordial jugará un papel muy importante, pues es el elemento que despierta la vida en medio del caos por medio de la atracción y la repulsión, y permite que el Logos cree y dé nacimiento a la Tierra y al cielo y a los otros planos.
La presencia de las diosas en el Olimpo y sus cualidades infundieron en el pensamiento antiguo una veneración y respeto por lo femenino en todos los campos: Gea, Rea, Hera, Atenea, Afrodita, Deméter, Perséfone, Artemisa, por no nombrar sino las más conocidas, llenan todos los aspectos de lo femenino del Cosmos a la Tierra.
miércoles, 27 de junio de 2007
¿Seres Complementarios?
Lo masculino tiende a racionalizar, a objetivizar, a argumentar, a creer sólo en lo que se "toca", a simplificar y a buscar la seguridad de un mundo estático reducido sin cambios evolutivos ni complicaciones.Lo femenino tiende más a sentir, a lo irracional, a fundirse con, a vivir, a vibrar, a subjetivizar, a creer en lo que no se "toca", a buscar más y a conectarse con los ciclos vitales indispensables para la renovación y la evolución.Ambos polos son igualmente necesarios para vivir una existencia plena. Con lo femenino sentimos y con lo masculino podemos comprender lo que sentimos (pero antes es indispensable sentirlo de verdad). Es necesario integrarlos adecuadamente a ambos en cada uno de nosotros y en nuestro entorno para evolucionar como individuos y colectivo.
domingo, 17 de junio de 2007
SIVA Y SHAKTI: LA PAREJA SAGRADA DEL TANTRA
Siva y Shakti, en el Tantra, representan la esencia del principio masculino y femenino. El Yin y el Yang, plasmado en todas las manifestaciones de este Universo. La eterna danza de lo masculino y lo femenino, a través de la cuál, Dios-Padre-Madre se manifiesta y da origen al mundo.
El Tantra considera que el Universo es creado a través de esta danza de Dios, del Espíritu, consigo mismo. El Todo no manifestado, crea en un momento dado esa dualidad masculino-femenino, se divide, y es a través de su interacción como el mundo se manifiesta.
El Tantra considera el mundo, nuestra razón de estar aquí, como la reproducción de esa danza cósmica aquí en la Tierra, en la materia. Es a través de esa danza en el mundo de la materia como "se une en la Tierra lo que ya está unido en el Cielo".
En esa danza de lo masculino y lo femenino, el papel de lo masculino no es otro, según la visión del Tantra, que venerar a lo femenino, la Tierra, "El Guardián del Grial" . Dios se encarna en la Tierra para "venerarse a sí mismo", y a través de esta veneración se unen los opuestos y la conciencia del Espíritu "baja" a la materia. Toda la práctica del Tantra descansa en esta visión y toda la visión del Tantra de las relaciones hombre-mujer, de las relaciones entre los seres humanos, del ser humano consigo mismo, con la Tierra y con el comos, toda la visión sagrada y la práctica de la sexualidad, desembocan en ese mismo propósito: la fusión de lo femenino y lo masculino, interna y externamente. La conciencia de la Unidad.
Esta conciencia de la Unidad es la que puede devolvernos la cordura y la paz y llevarnos a un mundo de amor, donde la Tierra, la Diosa, sea respetada y venerada, donde el hombre y la mujer, lo masculino y lo femenino, se unan para "traer el Cielo a la Tierra".
El Tantra considera que el Universo es creado a través de esta danza de Dios, del Espíritu, consigo mismo. El Todo no manifestado, crea en un momento dado esa dualidad masculino-femenino, se divide, y es a través de su interacción como el mundo se manifiesta.
El Tantra considera el mundo, nuestra razón de estar aquí, como la reproducción de esa danza cósmica aquí en la Tierra, en la materia. Es a través de esa danza en el mundo de la materia como "se une en la Tierra lo que ya está unido en el Cielo".
En esa danza de lo masculino y lo femenino, el papel de lo masculino no es otro, según la visión del Tantra, que venerar a lo femenino, la Tierra, "El Guardián del Grial" . Dios se encarna en la Tierra para "venerarse a sí mismo", y a través de esta veneración se unen los opuestos y la conciencia del Espíritu "baja" a la materia. Toda la práctica del Tantra descansa en esta visión y toda la visión del Tantra de las relaciones hombre-mujer, de las relaciones entre los seres humanos, del ser humano consigo mismo, con la Tierra y con el comos, toda la visión sagrada y la práctica de la sexualidad, desembocan en ese mismo propósito: la fusión de lo femenino y lo masculino, interna y externamente. La conciencia de la Unidad.
Esta conciencia de la Unidad es la que puede devolvernos la cordura y la paz y llevarnos a un mundo de amor, donde la Tierra, la Diosa, sea respetada y venerada, donde el hombre y la mujer, lo masculino y lo femenino, se unan para "traer el Cielo a la Tierra".
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