domingo, 8 de julio de 2007

Mas allá del Genero

Lo femenino y lo masculino son patrones universales de la psique humana y no están restringidos a un género.
Jung llama ánima a lo femenino en el alma masculina, y ánimus a lo masculino en el alma femenina. Así pues, masculino y femenino pertenecen a la estructura de nuestra conciencia. Cuando permanecemos inconscientes a uno de los dos polos, renunciamos a sus características y perdemos sus cualidades.

La transición de la conciencia de lo femenino sagrado hacia una visión patriarcal y masculina de lo sagrado sacrifica y abandona lo femenino. Tanto en los hombres como en las mujeres, lo femenino se sumerge para pasar al mundo de la sombra, y desde el inconsciente emerge a través del instinto y la sensualidad, poniéndose al servicio del ego animal e identificándose exclusivamente con el cuerpo de la mujer.
Lo femenino consciente evoluciona a través de la imaginación creadora y se relaciona con la vida y la energía renovadora. Cuando el arquetipo de lo femenino, en su expresión del amor, es activado, nos sentimos imbuidos con la vitalidad del amor, la belleza, la pasión y la renovación espiritual.
Jung afirma que la pérdida de un arquetipo hace sentir este “descontento de nuestra cultura” y nos atemoriza. Sin la vitalidad femenina, que equilibra el principio colectivo patriarcal, aparece la esterilidad. La creatividad y el desarrollo personal quedan sofocados.
Cuando lo femenino como polaridad equilibrante no es considerado, las estructuras sociales y psíquicas se convierten en mecánicas en exceso, políticas en exceso, militarizadas en exceso. El pensamiento, el juicio y la racionalidad se constituyen como los factores dominantes. La necesidad de realización, el sentimiento, el cariño o el cuidado de la Naturaleza quedan desatendidos. No hay equilibrio ni armonía en el interior ni en el exterior de uno mismo.
Hemos visto cómo el arquetipo femenino fue venerado en la antigüedad como Gran Madre, Señora de los Cielos y de la Tierra y lo sagrado de la Naturaleza, inclusive del mundo animal.
Cuando hay una pérdida de lo sagrado de la Naturaleza y de lo femenino, la sociedad lo expresa a través de imágenes de naturaleza demoníaca, como actualmente aparecen en todo el arte juvenil satánico y en el arte erótico, que ha perdido la dimensión sagrada para transformarse en expresión de lo animal y perverso.




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